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LOS ÁNGULOS DEL SILENCIO (Trilogía Poetica)

Otros Libros

Los Angulos del Silencio  
* Orgia del miedo
  * Amor en la ciudad    
* Un Hombre en desventaja   * Visión del tuerto en el país de los ciegos    


SEÑALES DE LA ESPIRAL Libro Segundo (1990-1993)


AMOR EN LA CIUDAD

A la ciudad le quedan mal ciertas plegarias.
Tú y yo bajo los ojos hambrientos,
desperdiciados como esos árboles
sólo para parques y avenidas
pero testigos del sol y de los años.
Somos sonámbulos esparcidos en el aire de sus calles.
Somos el aire tremebundo y líquido
orquestando la música de algún adiós. Música
hecha de carne de aquellos que fueron
asaltados en su gloria
de aquellos negados a caminar por la misma línea,
de aquellos compulsados a las protestas,
heridos en su mansedumbre.

A la ciudad le quedan mal ciertas plegarias.
Vamos los dos abotonados a su esplendente fiereza,
fundidos en el mismo caldo
de una noche orgásmica,
curiosos y arrepentidos cada vez
de ver en los rincones tanto silencio amotinado.

No me culpes de las horas perdidas.
Los gemidos, sólo gemidos, se suman a mi espalda
y tú me ves llorar un rosario de palabras
turbulentas y sublimes. Coño
me ves hundido y sangrando...
Y me besas y me besas y me besas.

Estamos navegando un viento de papel.
Sí, todavía hay espacio para amarnos.

Santiago de Cuba
julio de 1991

VISIÓN DEL TUERTO EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS

Si digo que
un animal herido
escapa al monte y busca su fortuna,
quiero que me entiendan los de buena voluntad.
Si digo calles polvorientas que se llenan de flores
aunque no llueva,
distraigo con ello a los políticos de consignas,
a los burócratas que cada día crecen como mala hierba.
Si digo que ésta será la última guerra,
me esfuerzo en ilusionar a los soldados desconocidos
que son muy bien conocidos por sus mujeres nacionales
antes de ser viudas internacionales,
por sus mujeres
que amasaron privilegios entre dosis de hambre, ansiedad y muerte.
Sin dudas pretendo complacer a sus mujeres frente al absurdo
de entierros masivos para celebrar la llegada de sus muertos.

Espero que los pichones se definan en sus alas para talar el árbol

¿Pero habrá piedad?
Dijo: seré eterno en el aplauso de los lacayos,
perderé sólo el poder cuando los árboles caminen... -dijo.
Y ya los ve aterrado, que vienen, que avanzan camuflados con sus ramas.
Como las piedras serán mejor testigo
la burocracia se sentirá aludida.
Así cuando ahora escriba convencido: Avendrá
oculta tras la servil sonrisa el arma homicida...", no habrá dudas,
pretendo preocupar a los tiranos.

Junio 1992